Por Franklin Onésimo Tavárez Sánchez, MAM./MAE
Ella, desde temprana edad emigró del campo y se convirtió junto a mi tía Fela, en las Santa Claus de la familia, regresando en cada navidad a compartir con los suyos, trayendo trineos cargados de regalos y al final formó familia, asentando cabeza en la gran urbe, sin nunca perder sus contactos con la consanguineidad.
De piel oscura y corazón blanco, fue el compañero de vida con el que juró eternidad de amor, Santo de Nombre, Contreras de Apellido y juntos formaron una larga descendencia que hoy los llena de orgullo en la tortuosa vida capitalina, en donde ella no abandona ni por un segundo sus compromisos con la iglesia, llegando incluso a sobrepasar en algunos momentos más de las actividades de un Sacerdote común.
Ella, hace un tiempo vio extinguida la visión en los ojos de su amado, convirtiéndose entonces en la VISTA Y GUíA para ambos, fortaleciendo ese amor conyugal que en estos tiempos de pruebas y mundo cambiante ya casi no existen.
Les hablo por supuesto de mi tía Nana-INDEPENDIENTEMENTE DEL NOMBRE QUE TENGA EN SU ACTA DE NACIMIENTO, pues ella siempre será la NANA de quienes crecimos con su hoja de vida como ejemplo y cada día la amamos más, cuando la vemos cruzar grandes distancias y desplazarse incluso en las madrugadas hacia su casa materna, cuando uno de los suyos enferma o fallece….Ella siempre llega con la quietud meridiano de un militar a sus deberes y nos acompaña, lo mismo en las lágrimas que en las sonrisas y siempre tiene palabras de aliento.
A ese ser excepcional y a su esposo que hace tiempo también consideramos NUESTRO FAMILIAR, quizás no tenemos riquezas materiales para reciprocarle tanta entrega, pero vayan estas líneas EN VIDA, como tributo de la gratitur y el amor que de todos, se merecen…SI USTED LOS VE, hágales saber que son SERES ESPECIALES…Santo y Tía Nana.
Hasta unas próximas líneas
