Mi crónica del día antes en mi ciudad de RANZA-ESPE con dos salas capitulares

Por Franklin Onésimo Tavárez Sánchez, MAM./MAE Era una mañana que pintaba a ser coqueta, me despojé de mis cobijas al canto del gallo y cuando el sol partía el espacio matutino en dos, ya yo había concluido mis labores comunicacionales y de repente dije:-Fuera agenda, despoje-me de mis compromisos hasta el meridiano. Sonó la sirena de la ambulancia a toda velocidad por la avenida, diez treinta gritaba el reloj cuando de improviso ya hacía filas para resolver actividades en una entidad financiera y en un abrir y cerrar de ojos, mi cuerpo de príncipe con unas libras demás descansaba sonriendo de oreja a oreja en una oficina pública regenteada por una amiga. Mil ochocientos segundos transcurrieron con la velocidad con que un gallo hace suyas las intimidades de una gallina, tiempo suficiente para ver desfilar por el citado espacio a casi dos docenas de ex-empleados que procuraban sus prestaciones, producto de la improvisación del funcionario público que los contrató y no les proveyó fondos para que asumieran el cobro de sus derechos laborales. Un antiguo profesor me acompañaba en la contemplación, cual mariposa que se posa sobre el polen de una flor y no se detiene mucho tiempo allí, pero el espacio fue suficiente para ver los rostros impotentes, esperanzados y cansados de los otrora empleados del estado y nueva vez vi la falta de estándares, procedimientos y procesos gerenciales que gritaban: Aquí estamos, esta es una entidad pública. Las once anunciaban que mi terapia gratuita de observar la impericia administrativa ya terminaba, mi oficina- casa ya reclamaba mi retorno. Mis ojos y oídos se compadecían de los pocos empleados que ejercían su labor o al menos trataban de hacerlo, con una carga desigual de burocracia y despreocupación de otros que simplemente escurrían el bulto, dejando la carga al más JO-PENDE, me dispuse a decir hasta pronto con un abrazo efusivo a mis contertulias, a las que puedo visitar con la quietud del que nunca va a una oficina pública a mendigar nada, sino a dar afectos con tan distante periodicidad, que cuando vuelvo ya se me extraña. Mis dos eficaces amigas  respondían con eficacia las preguntas y requisición de servicios de contribuyentes que llegaban allí, provenientes de otros cubículos donde los rebotaban y verlas laborar con empeño, me generó impotencia. Quince minutos me apartaban de la hora de poner los pies bajo la mesa y las manos sobre la cuchara para insertarla en el plato provisto de manjares como almuerzo y fue justo cuando abordé el taxis de dos gomas, mientras el conductor me desplazaba con aire acondicionado al natural por las destartaladas áreas de una avenida principal que hace tiempo clama una reparación urgente, algo más que cemento en algunos de sus hoyos, canalización de sus aguas, más que bacheos y mejor inversión del presupuesto municipal. ya mi bohío me reclamaba a la distancia y mentalmente me decía:-Mañana, en el mismo escenario donde hace poco estuve, se juntarán dos auto-proclamados jefes de la legislatura municipal, cada cual procurando su interés y no pude menos que preguntarme: -Les cerrarán las puertas para no dejarlos sesionar? -Les pondrán de frente a los grupos de izquierda o algunas juntas vecinales acólitas a la Alcaldía jugarán su rol? -Se impondrá la sensatez y regidores como Alcaldesa pondrán los intereses colectivos por encima de los suyos? -Se atreverán a derramar sangre inocente o habrán inocentes que se dejen utilizar como carne de cañón? -Seguirán echando leña para completar un cuatrenio perdido? Fueran muchas las preguntas que quedaron sin contestar en mi mente, cuando el taxis de dos ruedas detuvo su paso para dejarme en casa, cuando la campana del parque industrial anunciada entre gemidos que el día se partía en dos, fue entonces que dirigí mis pasos por el callejón de acceso y el olor paradisiaco del almuerzo de mi media naranja me anestesió de la agenda municipal y justo entonces lucí mis mejores galas para digerir cual Dios del Olimpo, el manjar que me guardaban y me entregué a su deleite, tratando de olvidar que en una hora debía volver a la agenda de oficina…. Había que esperar el día siguiendo en la agenda de mi ciudad con dos salas capitulares y una administración municipal que vive de espaldas a Fayol, Taylor, Smith,Paccioli, confucio y otros más, pero mientras ese tiempo llega, mejor doy pausa a mi pluma, no vaya a ser que ustedes quieran que les cuente de cuáles manjares rompieron mi dieta o que incluso me pidan que les dé un poco, pues no quiero arriesgarme que entre ustedes haya una embarazada y mi provoque un orzuelo por hambriento, pues ya logré el objetivo de mi visita, el cual consistía en buscar musa inspiracional- ocupacional para esta crónica. Hasta unas próximas crónicas Nota: El autor es especialista en ciencias administrativas
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