Por Ramón de Luna Peguero///EPC DOMINICANA-MEDIOS
Aquellas chozas a orillas de los ríos Ozama e Isabela contrastan con las modernas edificaciones del Gran Santo Domingo. Allí imperan el hambre, la desnudez, la promiscuidad y las enfermedades.
Cuando ocurre una riada los ghetos quedan inundados y las infelices familias que allí sobreviven ven perderse sus humildes ajuares y cualquier otra pertenencia, pero, eso se acabó en La Barquita. El gobierno ha comenzado el rescate de casi dos mil familias que vivían en la indigencia y con sus vidas amenazadas por las corrientes de esos ríos.
El gobierno del presidente Danilo Medina ha cumplido su palabra de llevar a ese lugar calidad de vida al dotar a lo que ahora se llama La Nueva Barquita de modernos edificios para ser ocupados por aquellas familias que parecía estar condenadas a vivir entre el cieno y la pesadumbre.
Ya no seguirán los desvelos en época de lluvia por la invasión que hacían las aguas desbordadas del Ozama y el Isabela; ya se acabó la época de subir los bártulos a lo más alto para que no se mojaran; se terminó de perder las esperanzas. Ahora, aquellas familias que vivían con el agua al cuello, se refugian en cómodos edificios y los servicios indispensables a su disposición.
Lo penoso es ver que muchas de esas familias se mudaron con apenas dos calderos, un pequeño cilindro de gas y tres colchones. Ojalá aparezcan manos caritativas que puedan dotarlas de los enseres que les hacen falta. Ojalá en Santo Domingo un grupo de personas pueda crear un Comité de Ayuda que recaude fondos con los cuales llevarles cosas tan insignificantes para las familias acomodadas y tan importantes para los que ahora disfrutarán de una vida nueva. No somos mezquinos. Reconocemos esa grande obra que ha llevado a cabo el presidente Medina, obra social que anteriores gobiernos no fueron capaces de llevar a cabo.
Indiscutiblemente que Medina le cobra un penalty a la pobreza y al patear el balón ¡se anota un formidable GOL!
Ramón de Luna 30 de junio, 2016
