Por Ramón de Luna ///EPC DOMINICANA-MEDIOS
La vida se le fue en unos cuantos segundos a Mateo Aquino Febrillet. La bala asesina le cortó la respiración y segundos después, tras un profundo suspiro, logra decir que se está muriendo.
De seguro que el disparo iba dirigido a otro, pero al criminal, obcecado y acostumbrado a nadar en el mar profundo de la delincuencia, no le importó que podría arrebatarle la vida a un ciudadano decente, útil para la Patria, sereno, afable y de inmensa reserva moral.
A veces no llegamos a comprender cómo caen abatidos elementos de una trayectoria limpia y otros que personifican al delincuente, sobreviven y nos estrujan en el rostro su maldad.
Aquino Febrillet, maestro de generaciones, reconocido a nivel continental por instituciones académicas, moría en una lucha pacificadora, pues trataba de evitar una tragedia, sin saber que minutos después él se convertiría en víctima de la insania y la maldad de un hombre malo.
Aquino Febrillet fue convencido para que abandonara el papel de espectador y fuera actor que adecentara uno de los poderes del Estado.
Sus patrocinadores sabían de su prestigio y bonhomía. Por eso lo señalaron para que buscara el voto de la gente que ansía que ciudadanos decentes como él lidiaran en la política, pero no pudo ser.
Dejó la quietud del hogar y se dedicó a darle prestigio y moralidad a la cuestionada política que aquí se ejerce, pero la muerte le hizo una trastada y por eso hoy la Patria le llora y sus hijos reclaman Justicia.
Mateo Aquino Febrillet perdió la vida haciendo el papel de mediador para evitar una tragedia, pero sin percibir que ella estaba al acecho y que él sería su presa.
Crespones de luto flotan al viento proclamando el dolor de una comunidad que llora la pérdida de un hombre de ricos quilates, decente, pacífico, honesto y que tenía mucho todavía que darle a la Patria. Son muchas las lágrimas que hoy se derraman por su trágica partida.-Termina la cita.
Fuente: Redes sociales de Ramón De Luna 15 de marzo, 2016
