Toda empresa necesita un marco legal que regule su funcionamiento interno. En la República Dominicana, este marco se establece a través de los estatutos sociales, un documento que va más allá de lo formal: es la carta de navegación de la organización.
La redacción de estatutos requiere precisión, claridad y visión. Allí se definen las reglas del juego: quiénes son los socios, cuáles son sus aportes, cómo se toman las decisiones y cómo se resuelven los conflictos.
Un estatuto bien diseñado evita malentendidos y previene disputas futuras. Es, en esencia, un pacto entre las partes que debe ser respetado y cumplido para garantizar estabilidad y confianza.
En mi práctica profesional, he observado que muchas empresas dominicanas nacen con entusiasmo, pero sin reglas claras. Eso genera problemas con el tiempo, pues las diferencias se vuelven más difíciles de manejar cuando no hay un marco legal de referencia.
Los estatutos deben elaborarse con asesoría legal y ajustarse a las necesidades reales del negocio. No son un documento estándar; son un traje a la medida de la empresa.
Además, los estatutos son obligatorios para inscribir la compañía en el Registro Mercantil, lo que refuerza su importancia dentro de la formalización empresarial.
Invertir tiempo en redactar estatutos adecuados es invertir en estabilidad, crecimiento y sostenibilidad. Es el primer paso para que un negocio no solo nazca, sino que perdure.
Autor: Franklin Onésimo Tavárez Sánchez, Catedrático universitario, locutor, comunicador y CEO de FOTS Dominicana.